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Mercados 01.12.25

WILLIAMS ENCENDIÓ LA CHISPA: WALL STREET RETOMA LA EMBESTIDA ALCISTA

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La Bolsa zafó de la corrección. Otros activos de riesgo que no pudieron se montaron también a la contraofensiva. El paso de los toros arremete, otra vez, en una embestida pujante.
La palabra de John Williams rompió el bloqueo. Despejó el acecho de una corrección inminente. De esta manera, la FED de Nueva York – si se quiere, la mesa de dinero del banco central – acudió al rescate de mercados extenuados por una recia pulseada iniciada en octubre, crecientemente desventajosa, y que los llevó al borde de un ataque de nervios. Williams, su presidente, no prometió, porque no puede hacerlo, pero sugirió la clara posibilidad de una baja de tasas en el “corto plazo” (el 10 de diciembre) sin que la inflación lo impida o se resienta. Y Wall Street – más una larga estela de activos maltratados – le sacó provecho en una semana corta, pero muy jugosa. El paso de los toros arremete, otra vez, en una embestida pujante. El índice S&P 500 escaló 3,7%. El Dow Jones Industrial, 3,18%. El Nasdaq, 4,91%. La volatilidad implícita – el VIX – se desplomó. Diciembre comienza así, lanzado al ataque. ¿Williams habló por Jerome Powell, el mandamás de la FED? Wall Street no tiene pruebas. Pero tampoco tiene dudas. El S&P 500 avanzó 16,5% en el año – y 21% el Nasdaq -, pero, después del guiño, aspiran todavía a más.
La Bolsa zafó de la corrección. Otros activos de riesgo que no pudieron se montaron también a la contraofensiva. Los futuros de oro en el Comex treparon 4,8%. La plata, 14,94%. Fue muy explícita en su urgencia. Estableció nuevos máximos históricos absolutos. ¿Qué señal más potente de que los mercados dieron vuelta la página que los atormentó desde octubre? Contestó, de paso, otro interrogante. ¿Qué hay detrás de la fiebre del oro? ¿Es la desesperación de los bancos centrales por sumarlo a sus reservas? En ese caso, ¿la plata, por qué sube todavía más de prisa que el oro (71% interanual vs 54%)? Se sabe que los bancos centrales no atesoran plata en sus tenencias. Tienen que ser los privados los que empujan esta bonanza de los metales precioso. Los que titubearon y dieron el paso al costado facilitando la corrección. Y los que cubren de apuro las posiciones cortas y vuelven al ruedo animados por el santo y seña del presidente Williams.
La resurrección es general. Sin embargo, hay heridos leves y otros más difíciles de levantar. Las criptomonedas también regresaron de la cripta. Bitcoin rebotó 7,3%. Pero todavía marcha 17,3% abajo el último mes. No lidera el avance. La caída de 35% sufrida desde los máximos de octubre le hace moverse con prudencia. Es una “proxy” del comportamiento de riesgo de las acciones, dijo Tom Lee de Fundstrat. Pero el S&P 500 apenas reculó algo más de 5% en lo peor de la tormenta. Para qué sirve bitcoin, se preguntan muchos. No tiene valor intrínseco. No es una moneda. No funcionó como “hedge” ni nada. Cayó mucho más (y mucho antes) que los activos cuyas espaldas debía proteger. El cash y la renta fija tradicional, como de costumbre, hicieron el aguante. Y debido a que su presencia creció en los portafolios – desregulación mediante – sí promovió su fragilidad y el contagio. Obligó a liquidar otras posiciones para reponer garantías. No es tiempo ahora de que responda a un interrogatorio severo. Demostrar que todavía sirve, que por lo menos se recupera, debiera ser su prioridad.
¡Feliz día de Acción de Gracias! La corrección tuvo su oportunidad, sus argumentos y abogados. Pero, pese a todo, no logró cuajar en la Bolsa. Y ahora se alteró el guión de la película. Gracias al presidente Williams y al comienzo del período de estacionalidad más propicia del año. La FED es amiga, recordó la autoridad. Y las brujas no existen; pero que las hay, las hay. E influyen todos los años favorablemente y con mucha fuerza desde las Fiestas hasta después de enero.
La preocupación mudó. Dejó de ser que a Wall Street lo parta un rayo. ¿Cómo se monetizarán las enormes inversiones a las que obliga la inteligencia artificial? No se sabe a ciencia cierta. Pero, de momento, la cuestión ya no encabeza el orden del día. Alphabet, por cierto, ayudó con el lanzamiento deslumbrante de Gemini 3. Lo que desvela, de repente, es acertar cuánto más va a subir la Bolsa. Agoreros, abstenerse. De golpe, la agenda se pobló de estimaciones aggiornadas, a cuál más ambiciosa. El índice S&P 500 cerró el viernes en 6849 puntos. El récord es 6920. HSBC y JPMorgan calculan que alcanzará un objetivo de 7500 puntos en 2026. Morgan Stanley y Wells Fargo arriesgan 7800. ¿Quién da más? Deutsche Bank actualizó su visión el martes – por supuesto, después de escuchar la voz de Williams – y dice 8000 puntos a fin del año próximo. Si la FED continúa con el recorte de tasas, JPMorgan coincide en que llegará allí.
Una semana atrás, no fueron suficientes el excelente balance de Nvidia ni el robusto informe de empleo de septiembre. El mundo parecía a punto a desmoronarse. Hasta que habló Williams y salió el sol. Hoy, de nuevo, el cielo es el límite. ¿No es esto el relato de una burbuja? Las utilidades por acción del S&P 500 aumentaron 13,4% interanual en el tercer trimestre. Los múltiplos precio/ganancias futuras se ubican en 21,5; bastante por encima de la media de los últimos 5 años (20 veces) y 10 años (18,7). “Vemos un crecimiento robusto de las ganancias en 2026. Y que las valuaciones se mantendrán elevadas”, justifica el informe de Deutsche Bank. “Es una burbuja, afirma Ray Dalio de Bridgewater, pero no hay que vender todavía”. Son dos caras de una misma moneda.
¡Un momento! ¿Qué pasaría si los halcones no dieran el brazo a torcer y la FED, en la reunión del 10, mantiene las tasas sin cambios? Está claro que Powell avisó en octubre que la reunión no tiene desenlace asegurado. Y guardó silencio desde entonces. Los motivos para oponerse a un recorte son muy razonables. Desde el punto de vista de su mandato dual, la economía merodea en pleno empleo, pero la inflación excede ampliamente la meta de 2% (invariablemente desde 2021), Beth Hammack, de la FED de Cleveland, dixit. No obstante, las palomas son más que los halcones: ¿8 a 4, quizás? Las tasas bajarían igual. Más de un halcón, en ese caso, aceptaría modificar su voto, podría pensarse, para evitar militar una imagen de discordia acrecentada o difícil de reconciliar. Y no sería la primera vez. Ya ocurrió en octubre.
A esta altura, empero, la razón más fuerte para pensar en que la FED no sacará los pies del plato son las consecuencias que traería desairar las expectativas. Si no estuviera cómoda con la percepción que instaló Williams ya nos lo hubiera hecho conocer. La FED tiene profunda alergia a los exabruptos. Y hace todo lo posible por evitar propiciarlos. Después de todo, el banco central también debe velar por la estabilidad financiera. Y es más prolijo recortar las tasas en la reunión del 10 que tener que precipitarse a hacerlo, en situación de emergencia y fuera de agenda, unos pocos días más tarde.
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